martes, 27 de septiembre de 2016

43 atardeceres en un sólo día. Crónica de Caravanas Culturales por la Paz en Acapulco


Acapulco fue la última región a la que arribó Caravanas, en septiembre de 2015. Se percibió como una inercia positiva el interés de líderes culturales de otras regiones que estuvieron al pendiente para inscribirse oportunamente y desplazarse desde Tixtla, Tlapa, Chichihualco, Acatlán y Acapulco por supuesto. Muchos de los participantes ya habían tenido experiencias previas en Caravanas, en sus distintas regiones y en las tres etapas en las que se estructuran: Cursos, Proyectos y Festivales. En La Casa de los Vientos podía sentirse también como una corriente fresca el aliento de la esperanza encarnado en la gente de Guerrero.


Bordadoras de Acatlán, Chilapa en la Casa de los Vientos

Por vez primera las bordadoras de Acatlán no llegaron a vender en un improvisado puesto sino a tomar el Curso de Turismo Cultural y Gestión de Recursos; así mostraron que llevan las riendas del patrimonio cultural que cultivan diariamente, así lo irá entendiendo el resto de la sociedad.
La gente de la Montaña no encontró obstáculos en bloqueos ni en el clima. “Nosotros somos así, le habían manifestado a un compañero, si nos citan a las nueve, a las ocho y media ya estamos ahí, tomamos las cosas en serio”. Verdaderamente es gente valiosa, fundamental para generar los cambios que la realidad actual exige con urgencia.

Exposición de atardeceres realizados durante los cursos

Las Caravanas Culturales por la Paz en Guerrero surgieron como respuesta a una crisis de deterioro social que se puso de manifiesto de manera sumamente dolorosa con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. El cierre de los últimos Cursos de Fortalecimiento coincidió con el aniversario de este hecho: cuarenta y un atardeceres en acuarela expusieron los participantes del curso de artes plásticas, otro más fue el óleo de Diego Rivera “Atardecer en Acapulco” que se proyectó en el mismo estudio donde lo pintó en los años cincuentas, y otro más se materializó imponente en el mar Pacífico alrededor de las siete pm. Sumaron 43 atardeceres en un sólo día, que confortaron a ese grupo diverso que estuvimos ahí y nos hizo sentir en los corazones que no se repetiría algo parecido mientras se mantuviera unido, andando. Con mejores palabras lo expresó Marxitania Ortega esa tarde, entre acuarelas, mapas iluminados, proyectos prometedores, estampas, bordados y música.
Algunos de los participantes no habían tenido la oportunidad de conocer el mar en sus vidas y se encontraron de pronto con los paisajes marinos bellísimos que ofrece La Casa de los Vientos. “Estoy maravillado con el mar, no puedo dejar de verlo, pero lo que más agradezco es haber conocido a los profes y a los compañeros” declaró uno de ellos.



Fue un romance con el arte, la cultura, con el mar, el viento y las rocas de Acapulco. Pero fue sobre todo un romance con el ser humano.


Participantes de los cursos
Momento de descanso con sones de Tixtla
El deseo de Diego Rivera compartido con Caravanas. Fragmento del mural en Casa de los Vientos, sede de los Cursos de Fortalecimiento.