lunes, 24 de septiembre de 2012

Septiembre


Xarab es una palabra escurridiza. Árabe y escurridiza. No podemos asegurar que se haya desparramado en sarao y luego en jarabe; la pronunciación de esta última palabra con la fonética antigua es muy parecida a la palabra árabe. Bebida, vino, composición líquida de varios elementos, suspensión curativa. Fiesta, muestra escénica compuesta de varios elementos, principalmente música, danza y poesía. Expresión mexicana del tiempo de la Independencia, que poco a poco se fue refugiando en las rancherías y se petrificó un tanto desfigurada en los montajes del siglo XX para ballet folclórico.

A partir de que en 2010 montamos el programa Xarab, sarao y Jarabe. Música, poesía y baile del tiempo de la Independencia, mis compañeros de Segrel y yo hemos recibido joyas de nuestra herencia cultural nacional. Darle voz y corazón a las décimas de Hidalgo en el umbral de su fusiliamiento; hacer vibrar en nuestros cuerpos y nuestras cuerdas las canciones de las tropas de Morelos, tocar la música apropiada para que una sola pareja haga una muestra de precisión y destreza bailando el genuino jarabe mexicano, es tomar un camino para aproximarse a la patria que tiene desencantos y satisfacciones.

Tal vez estoy bien adoctrinado por la SEP de los setentas, y llevo sembrada una continua loa a los héroes patrios; tal vez mi entusiasmo infantil por las cuetizas de los 15 de septiembre; tal vez mis lunes de esfuerzo por permanecer derecho en el saludo a la bandera; tal vez las borracheras sin sentido y la ultraviolencia coyoacanense de mi primera juventud; y otros factores que no alcanzo a ver, me condicionaron para tomar ese camino.

Por los antecedentes del grupo Segrel trabajando con la antigua lírica popular, quedó bien justificado el estudio de las expresiones líricas representativas de la Independencia de México. El enfoque histórico del trabajo del grupo resultó muy pertinente para emprender este programa escénico. La investigación ha sido una experiencia muy gratificante para mí, y puedo asegurar que también para mis compañeros de escenario. Me siento orgulloso de mis antepasados, me siento agradecido con ellos porque han llenado mi cabeza de conocimientos y mi corazón de alegría. Hablo de los ceramistas-músicos-Insurgentes, escritores, poetas, guitarristas, cantores, aguadores-jaraberos, investigadores, de la pelusa, de los héroes, de alguno que otro hacendado, de mis compañeros del grupo, del público mexicano actual.

Para hablar de desencantos, recuerdo la respuesta del historiador Villalpando en 2010 ante la propuesta del programa. Algo así como: ya tenemos todo perfectamente planeado y organizado, no dudo que su propuesta tenga calidad, pero en los fabulosos festejos del bicentenario ya no tiene cabida. Yo creía que nuestro programa generaría gran interés en las programaciones culturales de dicho año por ofrecer una recreación histórica única de expresiones ya desconocidas para la mayoría del público mexicano. Pero las expectativas han quedado muy grandes a la realidad. Ignorancia (desgano generalizado por ir más allá del pretexto) y antipatriotismo (como ideología hegemónica) han sido los obstáculos persistentes.

Para hablar de satisfacciones, doy testimonio de la presentación del grupo Segrel en el Teatro de la Ciudad el pasado 6 de septiembre. Con una producción menos que raquítica, poco tiempo para difusión y otras adversidades, el resultado fue un intercambio con el público realmente conmovedor. Martín Pérez, bailarín, se regresó desde Colombia a media gira, solo para actuar en dicha presentación. En el público se encendió un espíritu que la pasividad televidente no ha doblegado. Una señora se levantó de su butaca para gritar a Segrel: “¡artistas y patriotas!”, tan emocionada que casi caía al piso.

Por mi parte puedo decir que aparte de las emociones tan especiales me invaden en el escenario, esa noche sentí una gran emoción cuando el público respondió con vivas a la copla de tiempos de la Independencia documentada por Guillermo Prieto y cantada ahora por Jorge Morenos en el Jarabe documentado por Francisco Santamaría: ¡Que viva la Independencia! / ¡Que viva la libertad! / ¡Que viva México libre! / ¡Que viva la igualdad!

Tengo necesidad de avivar mi amor por la patria, y es un honor compartir esa necesidad a través del arte. Algunas veces he sentido que encarnamos la imagen de Gibrán, del que ofrece un tesoro que sostiene entre las manos y la gente pasa a su lado sin tomar nada, pero otras veces he sentido una profunda comunión. Quizás con resentimiento, afirmo que los fabulosos festejos bicentenarios, incluyendo al coloso y la suavicrema (cuyo único rasgo de ingenio y creatividad es su sobrenombre popular) no han dejado nada; han sido pura pólvora cebada. En cambio nuestro Xarab, adquiere vitalidad y vigencia, crece entre la adversidad y le ha dado patria a este mes de septiembre.  

Manuel Mejía Armijo, Ciudad de México, septiembre 2012


No hay comentarios:

Publicar un comentario